Desde que la pequeña empezó a expresarse, siempre se sintió atraída por cualquier cosa que pudiera llamar la atención de una niña. Desde vestimentas a juguetes femeninos.

El día de Julie Hindsley iba cualquier otro cuando de un momento a otro, apareció su hija transgénero, enojada, arrojando sus puños hacia abajo con ira y frustración al no poder verse y ser tratada por todos como una niña. “’¡Quiero ser una niña, mamá! ¡Solo hazme una niña!“, le dijo fuerte a su madre. Mientras tanto, Julie se quedó en shock, con miedo, intentando mantener la compostura al mismo tiempo que buscaba contener las lágrimas. “No es tan fácil, cariño, pero estoy aquí para ti y podemos empezar a crecer tu cabello si quieres, ¿de acuerdo?”, recuerda haberle dicho. En ese momento también le dijo a su esposo lo que le había ocurrido, quien se quedó en silencio procesando todo lo que le decían. Al mismo tiempo, de seguro ambos rememoraban una escena años antes, cuando rodeados de familiares y amigos, revelaron que tenían una hija transgénero. Esto tras que días previos a la revelación, gente del trabajo de Julie, le dijeron que tenían una niña, y su esposo respondió que solo tenía niños. Y así llegó el momento en que de paseo mordieron unos cake pops, los que tenían un centro azul brillante. Les recordó a su hija. Ellos ya tenían un hijo varón, y sinceramente, no estaban preparados para tener una chica. Pero nada podían hacer. Desde que su hija comenzó a expresarse, se sintió atraída por las mismas cosas que llaman la atención de las demás niñas. Desde vestimentas como vestidos y zapatos con taco, y el uso de una toalla de jirafa en la cabeza para imitar largos y fluidos mechones rubios, a también jugar con solo personajes femeninos de sus juguetes de fantasía. Sin olvidar, que cada vez que se dibujaba, se retrataba con un pelo largo y vestida como una niña.

Fuente: Ups, Diverso Ecuador