La lista de grupos terroristas y extremistas en Rusia sigue creciendo, especialmente desde el inicio del conflicto con Ucrania en 2022. El más reciente en sumarse a este registro, bajo la dirección de Vladimir Putin, ha sido el «movimiento LGBT», equiparado a grupos como el Ku Klux Klan.

La decisión fue tomada por una sentencia de la Corte Suprema de Rusia en noviembre pasado, que argumenta que los activistas LGBT deben ser considerados extremistas, lo que puede resultar en arrestos y enjuiciamientos de miembros de esta comunidad.

La lista es actualizada por la agencia Rosfinmonitoring, que tiene la autoridad para congelar las cuentas bancarias de organizaciones que operen en el país. El Servicio Federal de Vigilancia Financiera (Rosfinmonitoring) es responsable de combatir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, coordinando el trabajo de otras agencias ejecutivas federales y desarrollando políticas y regulaciones estatales relevantes.

Las instituciones rusas consideran al movimiento LGBT como una amenaza para «la familia» y la religión, caracterizándolo como un símbolo de un Occidente «decadente» y «satánico».

Desde 2013, una ley en Rusia prohíbe la «propaganda» de «relaciones sexuales no tradicionales» entre menores, así como cualquier forma de propaganda LGBT+ en medios, internet, libros y películas.

Según la justicia rusa, las personas con una orientación sexual no tradicional que apoyen las actividades de la asociación pública internacional LGTB, prohibida en Rusia, pueden enfrentar penas de cárcel de hasta 10 años.